Trofeo de pesca de lucio de clase mundial en Sickle Lake Wilderness Resort

En mi viaje a Sickle Lake Wilderness Resort, me acompañó mi amigo Marcel. El viaje empezó conduciendo hasta Lynn Lake, en el norte de Manitoba. El viaje, aunque largo, merece la pena. En qué otro lugar del mundo se puede salir de las praderas canadienses por la mañana, atravesar la transición hacia el escudo canadiense por la tarde y, a primera hora de la noche, estar en una tierra cubierta de increíbles eskers de arena que parecen mini montañas dibujando el horizonte.

Al llegar a Lynn Lake, nos dirigimos a la base de hidroaviones y tomamos un vuelo rápido a Sickle Lake. Una vez en el aire, uno se da cuenta de lo singular y remoto que es este paisaje. Un sinfín de lagos y ríos serpentean a través de enormes esteros de arena formados por depósitos glaciares. Es una visión fantástica del mundo, exactamente como ha sido durante miles de años.

Al acercarnos al lago de la Hoz, lo reconocí inmediatamente por el tiempo que pasé estudiando de cerca las imágenes por satélite. Este lago tan reconocible tiene, como su nombre indica, la forma semicircular de una hoz.

Llegar a algunas de sus aguas privilegiadas para el lucio es realmente una aventura en sí misma. Se trata de un fenomenal porteo que incluye cuatro barcas y una impresionante cascada. En sólo unos 20 minutos, se sube a la última embarcación de esta aventura en uno de los mejores lagos de la provincia para la pesca del lucio.

Este viaje tuvo lugar en primavera y, a juzgar por las temperaturas del agua del lago principal, sabíamos que cualquier bahía poco profunda y cálida sería probablemente el lugar donde pasarían el tiempo estos grandes lucios. Pero lo que estábamos a punto de presenciar era mucho más de lo que jamás hubiéramos imaginado.

No sólo había algunos lucios en esta bahía, sino docenas de enormes lucios en esta agua cristalina en todas las direcciones en las que miraras. Era realmente un espectáculo digno de contemplar. Después de tomarnos un segundo para comprender lo que estábamos presenciando, rápidamente nos espabilamos. Empezamos a preparar las cañas y a lanzar en lo que parecía un acuario.

Una vez que los señuelos empezaron a caer al agua, se desató el caos. Mientras estábamos en la barca, empezamos a seleccionar los lucios que queríamos pescar. ("Oh, ese sólo parece de 37 pulgadas. Voy a lanzar a por ese de 43 pulgadas de allí"). Con cada golpe del señuelo, la caña se cargaba mientras el arrastre empezaba a pelarse. La lucha había comenzado. A día de hoy, es una de las pescas de lucio del norte más increíbles que he visto nunca.

Seguimos pescando incrédulos ante lo que estaba sucediendo durante otra hora antes de que llegara el momento de dar un descanso a la bahía y probar suerte con la pesca de luciopercas para almorzar en la orilla.

A falta de un par de horas para el final del día, nos dirigimos a una nueva bahía con la esperanza de encontrar el mismo éxito que habíamos tenido en la bahía anterior. Al llegar, nos dimos cuenta de que la pesca a pez visto no sería tan fácil, pero con las temperaturas más cálidas del agua, confiábamos en que los grandes lucios también estarían aquí. Tras unos cuantos lances, Pat enganchó un pez realmente grande. Este monstruo luchó con todas sus fuerzas antes de que pudiéramos sacarlo del agua y meterlo en la red. Estábamos eufóricos y, tras unas cuantas fotos, dejamos que el lucio siguiera su camino.

En el siguiente lance, Pat envió su swimbait en la misma dirección, y sólo unos segundos más tarde, ¡la lucha había comenzado de nuevo! Otra intensa batalla tuvo lugar antes de que este pez estaba de nuevo en el barco y en la red. Todos estábamos un poco conmocionados por el día de pesca que acabábamos de tener, y rematar el día con dos lucios trofeo consecutivos fue realmente la guinda del pastel.